Hay un canto nuevo en mi ser.
Anécdota de su creación
Luther Bridgers |
Sin sospechar que estaban en vísperas de una tragedia, el joven predicador llegó con su familia a la casa de sus suegros, pues iba a predicar en una campaña evangelistica en ese pueblo. La reunión familiar fue gozosa, y sus hijos jugaron felices con los abuelos.
En la noche
todos se acostaron cansados. Más tarde un vecino se despertó y vio la casa
envuelta en llamas. Corrió al rescate, pero solo salieron con vida el padre y
los abuelos.
Pese a los esfuerzos, la madre con sus tres
hijos murieron asfixiados.
El viudo, Luther Bridgers, no pudo
comprender tan terrible pena, pero se afianzó en las promesas de Dios en la
Biblia. El Señor le dio un cantico en la noche oscura de su duelo, y la verdad
del Salmo 42 se refleja en el himno #156 “Hay un canto nuevo en mi ser”.
Además de escribir varios himnos, Bridgers también
le sirvió al Señor como misionero en Bélgica, Checoslovaquia y Rusia.
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